La escucha activa: Guía resumida

La escucha activa

Guía de la escucha activa para el éxito personal

¿Te has preguntado alguna vez por qué algunas personas tienen más éxito que otras en sus relaciones personales y profesionales? ¿Qué habilidades o actitudes las diferencian del resto? Una de las claves puede estar en la forma en que escuchan a los demás.

La escucha activa es una técnica de comunicación que consiste en prestar atención plena y consciente a lo que dice y siente nuestro interlocutor, sin interrumpirlo, juzgarlo o distraernos.

De tal forma que nos permite comprender mejor a los demás, empatizar con ellos, resolver conflictos, tomar mejores decisiones y generar confianza y respeto.

En este artículo, te voy a señalar cómo puedes desarrollar y mejorar tu escucha activa, y cómo esta puede beneficiar tu éxito personal. ¿Te animas a seguir leyendo?

¿Sabes cuál es el origen de la escucha activa?

La escucha activa no es un concepto nuevo, sino que tiene sus raíces en la psicología humanista, una corriente que surgió en la década de 1950 y que se centraba en el potencial y la dignidad de cada persona.

Uno de los principales representantes de esta escuela fue Carl Rogers, un psicólogo estadounidense que desarrolló la terapia centrada en el cliente, un método de psicoterapia basado en la relación empática entre el terapeuta y el paciente.

Rogers consideraba que la escucha activa era una de las condiciones esenciales para que se diera un cambio positivo en el paciente, ya que le permitía expresarse libremente, sentirse comprendido y aceptado, así como a encontrar sus propias soluciones. Rogers definió la escucha activa como “una forma de escuchar y responder a otra persona que mejora la comprensión mutua”.

Ejemplos de escucha activa

La escucha activa se puede aplicar en cualquier ámbito de nuestra vida, tanto personal como profesional. Por ejemplo, podemos usar la escucha activa cuando:

Un amigo o familiar nos cuenta un problema o una preocupación que tiene. En lugar de darle consejos, criticarlo o minimizar su situación, le escuchamos con atención, le hacemos preguntas abiertas, le mostramos nuestro apoyo y le ayudamos a reflexionar sobre sus opciones.

También cuando por ejemplo un cliente o un proveedor nos plantea una queja o una sugerencia. En lugar de ponernos a la defensiva, interrumpirlo o ignorarlo, le escuchamos con respeto, le agradecemos su feedback, le pedimos más detalles, le ofrecemos una disculpa o una solución y le aseguramos que tomaremos medidas al respecto.

Otro ejemplo valioso es cuando un compañero de trabajo o un jefe nos da una opinión o una instrucción. En lugar de contradecirlo, desafiarlo o desobedecerlo, le escuchamos con interés, le pedimos que aclare o repita lo que nos ha dicho, le damos nuestra opinión o sugerencia, y le confirmamos que hemos entendido lo que espera de nosotros.

Cómo aplicar la escucha activa

La escucha activa requiere de una actitud y una disposición adecuadas, así como de una serie de habilidades y estrategias que podemos aprender y practicar. Algunas de las claves para aplicar la escucha activa son:

  • Mantener el contacto visual con nuestro interlocutor, sin mirar el móvil, el reloj o el entorno.
  • Adoptar una postura corporal abierta y relajada, sin cruzar los brazos, las piernas o la cabeza.
  • Asentir con la cabeza, sonreír o hacer gestos que demuestren que estamos siguiendo la conversación.
  • Evitar interrumpir, contradecir, juzgar o dar consejos no solicitados a nuestro interlocutor.
  • Hacer preguntas abiertas, claras y pertinentes que estimulen la comunicación y profundicen en el tema.
  • Parafrasear o resumir lo que nos ha dicho nuestro interlocutor, para comprobar que lo hemos entendido correctamente y para demostrarle que le estamos escuchando.
  • Expresar nuestras emociones y opiniones de forma honesta y respetuosa, usando el “yo” en lugar del “tú” o del “usted”.
  • Mostrar empatía y comprensión hacia los sentimientos y las necesidades de nuestro interlocutor, usando frases como “entiendo cómo te sientes”, “sé que es difícil”, “te agradezco que me lo cuentes”, etc.

Niveles de la escucha activa

La escucha activa se puede clasificar en diferentes niveles, según el grado de implicación y de comprensión que se alcanza en la comunicación. Estos niveles son:

Escucha pasiva: Es el nivel más bajo de escucha, en el que solo se perciben los sonidos o las palabras, pero no se presta atención al significado o al contexto. Es una escucha superficial y mecánica, que no implica ningún esfuerzo ni interés por parte del oyente.

Escucha selectiva: Es el nivel en el que se presta atención solo a una parte de lo que dice el interlocutor, ignorando o descartando el resto. Es una escucha sesgada y parcial, que puede estar motivada por el prejuicio, la distracción o la falta de tiempo del oyente.

Escucha atenta: Es el nivel en el que se presta atención a todo lo que dice el interlocutor, sin interrumpirlo ni juzgarlo. Es una escucha respetuosa y concentrada, que implica un esfuerzo y un interés por parte del oyente.

Escucha activa: Es el nivel más alto de escucha, en el que se presta atención no solo a lo que dice el interlocutor, sino también a lo que siente, piensa y necesita. Es una escucha empática y consciente, que implica una participación y una comprensión por parte del oyente.

Bloqueos a evitar en la escucha activa

La escucha activa no es fácil de lograr, ya que existen muchos factores que pueden interferir o dificultar la comunicación. Algunos de los bloqueos más comunes que debemos evitar en la escucha activa son:

Los prejuicios: Son las ideas o creencias que tenemos sobre una persona o una situación, sin tener en cuenta la realidad o la evidencia. Los prejuicios nos impiden escuchar con objetividad y apertura, y nos hacen interpretar lo que oímos según nuestros propios criterios o expectativas.

Las distracciones: Son los estímulos externos o internos que nos desvían la atención de lo que nos dice nuestro interlocutor. Las distracciones pueden ser el ruido, el móvil, el reloj, el entorno, nuestros pensamientos, nuestras emociones, etc. Las distracciones nos impiden escuchar con concentración y atención, y nos hacen perder información o detalles importantes.

La impaciencia: Es la falta de paciencia o tolerancia hacia nuestro interlocutor o hacia el tema que nos habla. La impaciencia nos impide

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